el renacimiento
Renacimiento
es el nombre dado a un amplio movimiento cultural que se produjo en Europa
Occidental durante los siglos xv y xv. Fue un período de transición entre la
Edad Media y los inicios de la Edad Moderna. Sus principales exponentes se
hallan en el campo de las artes, aunque también se produjo una renovación en
las ciencias, tanto naturales como humanas. La ciudad de Florencia, en Italia,
fue el lugar de nacimiento y desarrollo de este movimiento, que se extendió
después por toda Europa. El Renacimiento fue fruto de la difusión de las ideas
del humanismo, que determinaron una nueva concepción del hombre y del mundo. El
término «renacimiento» se utilizó reivindicando ciertos elementos de la cultura
clásica griega y romana, y se aplicó originariamente como una vuelta a los
valores de la cultura grecolatina y a la contemplación libre de la naturaleza
tras siglos de predominio de un tipo de mentalidad más rígida y dogmática
establecida en la Europa medieval. En esta nueva etapa se planteó una nueva
forma de ver el mundo y al ser humano, con nuevos enfoques en los campos de las
artes, la política, la filosofía y las ciencias, sustituyendo el teocentrismo
medieval por el antropocentrismo.
En
ese sentido, el historiador y artista Giorgio Vasari formuló una idea
determinante: el nuevo nacimiento del arte antiguo Rinascita, que presuponía
una marcada conciencia histórica individual, fenómeno completamente nuevo. De
hecho, el Renacimiento rompió, conscientemente, con la tradición artística
medieval, a la que calificó como un estilo de bárbaros, que más tarde recibirá
el calificativo de gótico. Sin embargo, los cambios tanto estéticos como en
cuanto a la mentalidad fueron lentos y graduales. El concepto actual de
renacimiento será formulado tal y como hoy lo entendemos en el siglo xx por el
historiador Jules Michelet, en su obra Historia de Francia, publicada en 1855.
Desde
una perspectiva de la evolución artística general de Europa, el Renacimiento
significó una «ruptura» con la unidad estilística que hasta ese momento había
sido «supranacional». El Renacimiento no fue un fenómeno unitario desde los
puntos de vista cronológico y geográfico: su ámbito se limitó a la cultura
europea y a los territorios americanos recién descubiertos, a los que las
novedades renacentistas llegaron tardíamente. Su desarrollo coincidió con el
inicio de la Edad Moderna, marcada por la consolidación de los estados
europeos, los viajes transoceánicos que pusieron en contacto a Europa y
América, la descomposición del feudalismo, el ascenso de la burguesía y la
afirmación del capitalismo. Sin embargo, muchos de estos fenómenos rebasan por
su magnitud y mayor extensión en el tiempo el ámbito renacentista.
Contexto histórico
El
Renacimiento marca el inicio de la Edad Moderna, un período histórico que por
lo general se suele establecer entre el descubrimiento de América en 1492 y la
Revolución francesa en 1789, y que, en el terreno cultural, se divide en el
Renacimiento (siglos xv y xv) y el Barroco (siglos xv y xv), con subdivisiones
como el manierismo, el rococó y el neoclasicismo. Otros historiadores sitúan la
fecha de inicio en 1453, caída de Constantinopla, o bien remarcan un hecho
trascendental como la invención de la imprenta (hacia 1440 aproximadamente, de
la mano de Johannes Gutenberg).
Frente
a esta decadencia, los principales centros académicos europeos buscaron
regenerarse a través del retorno a los valores de la cultura clásica
grecorromana. A su vez, comenzó a fraguarse una nueva sociedad fundamentada en
el auge de los nuevos estados centralizados, con poderosos ejércitos y
administraciones burocratizadas —inicio del autoritarismo monárquico
preconizado por Maquiavelo—, así como en el crecimiento demográfico y una economía
centrada en una nueva clase social emergente, la burguesía, que puso los
cimientos del capitalismo y una economía mercantil y preindustrial; todo ello
coadyuvado por el progreso técnico y científico experimentado durante este
período, fundamentado en la imprenta y la consiguiente velocidad de difusión de
las novedades.4 Surgió así una visión del mundo más antropocéntrica, desligada
de la religión y el teocentrismo medieval, en la que el hombre y los avances
científicos supondrán la nueva forma de valorar el mundo: el humanismo, un
término inicialmente aplicado a los especialistas en disciplinas grecolatinas
(derecho, retórica, teología y arte), que se haría extensivo a filósofos,
artistas, científicos y cualquier estudioso de las diversas ramas del conocimiento
que comenzaron entonces a aglutinarse en un concepto de cultura general.
En
Italia, el epicentro de la cultura renacentista, la división del territorio en
ciudades-estado con diferentes regímenes políticos —repúblicas como Florencia o
Venecia, estados monárquicos como Milán y Nápoles o el dominio papal en Roma—
propició el ascenso de una élite económica que patrocinó la cultura y el arte
como instrumentos de propaganda del estado, cada uno rivalizando con los demás
en magnificencia y esplendor. La educación se volvió más accesible, dejando de
estar circunscrita al clero, y se favoreció el debate intelectual, con la
fundación de universidades y el patrocinio de la literatura.
Por
su parte, el siglo xvi estaría marcado por los grandes descubrimientos
geográficos iniciados con la llegada de Colón a América en 1492
(establecimiento de la ruta del Cabo por Vasco da Gama, 1498 vuelta al mundo de
Magallanes, 1519-1521 desembarco de Cortés en México, 1519 conquista de Perú
por Pizarro, 1530-1533) así como por la ruptura de la unidad cristiana causada
por la Reforma protestante de Martín Lutero 1520, el desarrollo de la ciencia y
la técnica (Nova Sienta de Tarta glía, 1538; De revolutionibus de Copérnico,
1543 Anatomía de Vesalió, 1543) y la expansión del humanismo (Erasmo de
Róterdam, Giovanni Pico della Mirándola, Ludovico Ariosto, Tomás Moro, Juan
Luis Vives, François Rebeláis).
Definición
El
término «Renacimiento» procede del italiano Rinascita y fue acuñado por el
artista e historiador Giorgio Vasari en sus Vidas (1542–1550), en alusión al
renacer de la cultura clásica tras el oscurantismo medieval. Como tal, supone
un fenómeno tanto social como político y cultural que abarcó todo el continente
europeo durante los siglos xv y xv. En la historiografía moderna, la primera
definición del Renacimiento procede del historiador francés Jules Michelle (La
Renaissance, 1855) mientras que la visión actual del mundo renacentista fue
forjada por Jacob Burckhardt en su ensayo La cultura del Renacimiento en Italia
(1860).
En
este clima cultural de renovación, basado en modelos de la antigüedad clásica,
surgió a principios del siglo xv un movimiento artístico en Italia de gran
vitalidad, que se extendería de inmediato a otros países de Europa. El artista
tomó conciencia de individuo con valores intrínsecos, se sintió atraído por la
cultura y el saber en general, y comenzó a estudiar los modelos de la
antigüedad, a la vez que estudiaba disciplinas como la anatomía e investigaba
nuevas técnicas, como el claroscuro y la perspectiva, desarrollándose
enormemente las formas de representar el mundo natural con fidelidad. El
paradigma de esta nueva actitud es Leonardo da Vinci, quien se interesó por
múltiples ramas del saber, pero del mismo modo Miguel Ángel Buonarroti, Rafael
Sanzio, Sandro Botticelli y Bramante fueron artistas conmovidos por la imagen
de la antigüedad y preocupados por desarrollar nuevas técnicas escultóricas,
pictóricas y arquitectónicas, así como por la música, la poesía y la nueva
sensibilidad humanística.
No
cabe duda de que el Renacimiento evolucionó en buena medida del arte medieval,
una parte del cual no había dejado de valorar e imitar el arte clásico; pero el
artista renacentista buscó imperiosamente distanciarse de la etapa posterior, a
la que menospreciaban por su supeditación a los valores religiosos y por su
estilo anti naturalista, proveniente no de una falta de habilidad técnica en
imitar a la naturaleza, sino de una voluntad propia de eludirla para enfatizar
otros valores más subjetivos, ligados a la espiritualidad. Sin embargo, el
propio artista renacentista no valoró este hecho y se sintió distinto,
«renacido»; así, Lorenzo Valla llegó a afirmar que no sabía por qué las artes
«habían decaído hasta tal punto, y casi muerto; ni tampoco por qué habían
resurgido en esa época; apareciendo y triunfando tantos buenos artistas y
escritores».
Buena
parte del surgimiento de esta nueva escala de valores, en que artistas y
literatos serán exaltados por encima de personajes de noble cuna, proviene del
sistema de ciudades-estado italianas de tipo republicano, alejadas así de los
modos autoritarios de la aristocracia y el clero, con sociedades en que se
valoraba más el mérito propio que no el proveniente del nacimiento en una
determinada estirpe. En esta nueva sociedad se valora más la virtud cívica que
la caballeresca o contemplativa, el talento personal —fuese en los negocios, la
ciencia o el arte— que el rancio abolengo.
El
artista renacentista es heredero de los preceptos de la cultura clásica, pero
los reinterpreta a través del humanismo, reafirmando los valores intrínsecos
del mundo perceptible y del ser humano como parte de esa realidad sensible.
Aunque no renuncia a la religión y los valores de la realidad cristiana, da
preponderancia a esta nueva visión humanística por encima de la trascendencia
religiosa. Así, a la visión estática del universo preponderante durante la Edad
Media se sucede una visión dinámica que se sustenta en la experimentación y en
la revalidación del método científico como fuente de conocimiento. Por otro
lado, los nuevos valores supremos del artista serán la belleza y la armonía,
desligadas de la religión y sustentadas en el estudio de la naturaleza, que a
través de la medida y la proporción otorgan al artista nuevas herramientas para
realizar sus obras.
Mientras
surgía en Florencia el Quattrocento o Primer Renacimiento italiano —así llamado
por desarrollarse durante los años de 1400 (siglo xv), originado por la
búsqueda de los cánones de belleza clásicos y de las bases científicas del
arte, se produjo un fenómeno similar y coetáneo en Flandes especialmente en
pintura, basado principalmente en la observación de la naturaleza. Este Primer
Renacimiento tuvo gran difusión en la Europa Oriental: la fortaleza moscovita
del Kremlin, por ejemplo, fue obra de artistas italianos.
La
segunda fase del Renacimiento, o Cinquecento (siglo xvi), estuvo marcada por la
hegemonía artística de Roma, cuyos papas (Julio II, León X, Clemente VII y
Pablo III, algunos de ellos pertenecientes a la familia florentina de los
Medici) apoyaron fervorosamente el desarrollo de las artes, así como la
investigación de la antigüedad clásica. Sin embargo, con las guerras de Italia
(saco de Roma en 1527), muchos de estos artistas emigraron y propagaron las
teorías renacentistas por toda Europa.
Así, a lo largo del siglo xvi el Renacimiento italiano se extendió por
toda Europa, desde Portugal hasta Escandinavia, y desde Francia hasta Rusia.
Muchos artistas viajaron en busca de formación o mecenazgo, y las grandes
cortes europeas como Fontainebleau, Madrid, Praga o Dresde se llenaron de
artistas de múltiples nacionalidades. Se valoraba especialmente a los artistas
italianos, pero numerosos extranjeros que fueron a formarse a Italia
adquirieron así una nueva reputación. Un factor coadyuvante de la difusión del
nuevo arte fue el grabado, cuya fabricación en serie permitió expandir las
obras de los artistas por todo el continente. También aumentó
considerablemente el mercado del arte, y la labor de los marchantes fue esencial
para conectar a artistas y compradores; uno de los mayores centros de mercado
del arte de la época fue Amberes. También creció el coleccionismo, y
aparecieron las llamadas «cámaras de arte» (Kunstkammern), generalmente
pertenecientes a personajes de la aristocracia y la realeza, unas estancias
donde se exponían objetos de arte de todo tipo, libros y objetos de toda clase,
e incluso minerales o muestras naturales, de la flora y la fauna; una de las
más afamadas fue la de Rodolfo II en Praga.
Características
La «vuelta a la antigüedad»: resurgieron tanto las
antiguas formas arquitectónicas como el orden clásico y la utilización de
motivos formales y plásticos antiguos. Asimismo, se tomaron como motivos
temáticos la mitología clásica y la historia, así como la adopción de antiguos
elementos simbólicos. Con ello el objetivo no era efectuar una copia servil,
sino la penetración y el conocimiento de las leyes que sustentan el arte
clásico. Buena parte de esta revalorización del arte clásico vino por los
hallazgos arqueológicos de piezas como monedas, camafeos o esculturas romanas,
así como la recuperación de tratados clásicos como los de Vitrubio, esenciales
en la renovación de la arquitectura
Surgimiento de una nueva
«relación con la naturaleza», que iba unida a una concepción ideal y realista
de la ciencia. La matemática se va a convertir en la principal ayuda de un arte
que se preocupa incesantemente en fundamentar racionalmente su ideal de
belleza.
El Renacimiento hace al «hombre» medida de todas las cosas. Presupone en el artista una formación científica, que le hace liberarse de las actitudes gremiales y mecanicistas más propias del medievo y elevarse en la escala social.
Estética
La
cultura renacentista supuso el retorno al racionalismo, al estudio de la naturaleza,
la investigación empírica, con especial influencia de la filosofía clásica
grecorromana. La estética renacentista se basó tanto en la antigüedad clásica
como en la estética medieval, por lo que a veces resultaba algo contradictoria:
la belleza oscilaba entre una concepción realista de imitación de la naturaleza
y una visión ideal de perfección sobrenatural, siendo el mundo visible el
camino para ascender a una dimensión suprasensible.
Uno
de los primeros teóricos del arte renacentista fue Cennino Cennini: en su obra
Il libro dell'arte (1400) sentó las bases de la concepción artística del
Renacimiento, defendiendo el arte como una actividad intelectual creadora, y no
como un simple trabajo manual. Para Cennini el mejor método para el artista es retratar
de la naturaleza (ritrarre de natura), defendiendo la libertad del artista, que
debe trabajar «como le place, según su voluntad» (come gli piace, secondo sua
volontà). También introdujo el concepto de «diseño» (disegno), el impulso
creador del artista, que forja una idea mental de su obra antes de realizarla
materialmente, concepto de vital importancia desde entonces para el arte
moderno.
En
ese contexto surgieron varios tratados más acerca del arte, como los de León
Battista Alberti (De Pictura, 1436-1439; De re aedificatoria, 1450; y De
Statua, 1460), o Los Comentarios (1447) de Lorenzo Ghiberti. Alberti recibió la
influencia aristotélica, pretendiendo aportar una base científica al arte.
También habló de decorum, el tratamiento del artista para adecuar los objetos y
temas artísticos a un sentido mesurado, perfeccionista. Fue Alberti quien
agrupó a la arquitectura, la escultura y la pintura en el grupo de las artes
liberales, ya que hasta entonces eran consideradas como artesanía; con ello,
elevó al artista a la categoría de creador intelectual. Ghiberti fue el
primero en periodificar la historia del arte, distinguiendo antigüedad clásica,
período medieval y lo que llamó «renacer de las artes» (Renacimiento).
Arte
Diferentes etapas históricas marcan el
desarrollo del Renacimiento: la primera tiene como espacio cronológico todo el
siglo xv: es el denominado Quattrocento, y comprende el Primer Renacimiento
—también llamado «Renacimiento temprano» o «Bajo Renacimiento»—, que se
desarrolla en Italia; la segunda surge en el siglo xvi y se denomina
Cinquecento: su dominio artístico queda referido al clasicismo o Alto
Renacimiento —también llamado «Renacimiento pleno»—, que se centra en el primer
cuarto del siglo. En esta etapa surgen las grandes figuras del Renacimiento en
las artes: Leonardo, Miguel Ángel, Rafael. Es el apogeo del arte renacentista.
Este período desemboca hacia 1520-1530 en una reacción anticlásica que conforma
el manierismo, que dura hasta el final del siglo xvi. Mientras que en Italia se
estaba desarrollando el Renacimiento, en el resto de Europa se mantiene el arte
gótico en sus formas tardías, situación que se iba a mantener, exceptuando
casos concretos, hasta comienzos del siglo xv.
En Italia el enfrentamiento y convivencia con
la antigüedad grecorromana, considerada como un legado nacional, proporcionó
una amplia base para una evolución estilística homogénea y de validez general.
Por ello, allí fue posible su surgimiento y precedió a todas las demás
naciones. Fuera de Italia, el desarrollo del Renacimiento dependería
constantemente de los impulsos marcados por Italia: artistas importados desde
Italia o formados allí harían el papel de verdaderos transmisores. Monarcas
como Francisco I en Francia o Carlos I y Felipe II en España impusieron el
nuevo estilo en las construcciones que patrocinaban, influyendo en los gustos
artísticos predominantes y convirtiendo el Renacimiento en una «moda».
Arquitectura
Con el nuevo gusto, se buscaba ordenar y
renovar los viejos burgos medievales e incluso se proyectaban ciudades de nueva
planta. La búsqueda de la «ciudad ideal», opuesta al modelo caótico y
desordenado del medievo, sería una constante preocupación de artistas y
mecenas. Así, el papa Pío II reordenó su ciudad natal, Pienza, convirtiéndola
en un auténtico muestrario del nuevo urbanismo renacentista. En sí, las
ciudades se convertirían en el escenario ideal de la renovación artística,
oponiéndose al concepto medieval en el que lo rural tenía un papel preferente
gracias al monacato.
Al tomar elementos de la arquitectura
clásica, los arquitectos renacentistas lo hacían de forma selectiva, así por
ejemplo en lugar de utilizar la columna dórica clásica se prefirió el orden
toscano. Igualmente se crearon formas nuevas, como la columna abalaustrada,
nuevos órdenes de capiteles o decoraciones que si bien se inspiraban en la
antigüedad habían de adaptarse al uso religioso de las iglesias. Así, los
amorcillos clásicos que acompañaban a Venus en las representaciones griegas o
romanas pasan a ser angelotes (putti).
Los arquitectos emplean las proporciones
modulares y la superposición de órdenes que aparecía en los edificios romanos;
las cúpulas se utilizaron mucho como elemento monumental en iglesias y
edificios públicos. A partir de este momento, el arquitecto abandona el
carácter gremial y anónimo que había tenido durante la Edad Media y se
convierte en un intelectual, un investigador. Muchos de ellos escribieron
tratados y obras especulativas de gran trascendencia, como en el caso de León
Battista Alberti o Sebastiano Serlio.
El Quattrocento tuvo su centro neurálgico en
Florencia y la Toscana. La sencillez y claridad estructural y decorativa fue el
rasgo fundamental de la arquitectura de este momento. Los modelos clásicos se
someten a un proceso de estilización y se adaptan al templo cristiano. Fue
frecuente recurrir a los órdenes clásicos, con columnas y pilastras adosadas,
capiteles (con preferencia el corintio, aunque sustituyendo los caulículos por
figuras fantásticas o de animales), fustes lisos y casi omnipresencia del arco
de medio punto. Se usa también la bóveda de cañón y de arista, y cubiertas de
madera con casetones. Lo que fundamentalmente distingue a la arquitectura del
Quattrocento de la del Alto Renacimiento es la decoración menuda (putti,
guirnaldas de flores o frutos, grutescos, etc.), las cúpulas con nervios, con
ciertos resabios góticos (catedral de Florencia, de Filippo Brunelleschi) y las
fachadas simétricas de pisos superpuestos (palacio Medici−Riccardi, de
Michelozzo) o con sillares almohadillados (palacio Rucellai, de Bernardo
Rossellino, proyecto de Alberti, palacio Pitti). En general, la arquitectura
cuatrocentista da la impresión de orden, sencillez, ligereza y simetría,
predominando en el interior de los edificios la luminosidad y la desnudez. Los
arquitectos más destacados de este período fueron Brunelleschi (Basílica de San
Lorenzo, 1420; Basílica del Santo Spirito, 1436) y León Battista Alberti (San
Andrés de Mantua, 1460); y la principal obra fue la catedral de Santa María del
Fiore de Florencia y su famosa cúpula, obra de Brunelleschi.27 Del resto de
Italia destacan: la Cartuja de Pavía, de Giovanni Antonio Amadeo (1475); la
iglesia de San Zacarías de Venecia, de Mario Codussi (1470); y el Castel Nuovo
de Nápoles, de Francesco Laurana (1453).28
Pintura
En
pintura, las novedades del Renacimiento se introdujeron de forma paulatina pero
irreversible a partir del siglo xv. Un antecedente de las mismas fue Giotto,
pintor aún dentro de la órbita del gótico, pero que desarrolló en sus pinturas
conceptos como volumen tridimensional, perspectiva y naturalismo, que alejaban
su obra de los rígidos modos de la tradición bizantina y gótica y preludiaban
el Renacimiento pictórico.
En
el Quattrocento (siglo xv) se recogieron todas estas novedades y se adaptaron a
la nueva mentalidad humanista y burguesa que se expandía por las
ciudades-estado italianas. Los pintores, aun tratando temas religiosos la
mayoría de ellos, introdujeron también en sus obras la mitología, la alegoría y
el retrato, que se desarrollarían a partir de ahora enormemente. Una búsqueda
constante de los pintores de esta época sería la perspectiva, objeto de estudio
y reflexión para muchos artistas: se trató de llegar a la ilusión de espacio
tridimensional de una forma científica y reglada. La pintura cuatrocentista es
una época de experimentación; las pinturas abandonan lenta y progresivamente la
rigidez gótica y se aproximan cada vez más a la realidad. Aparece la naturaleza
retratada en los fondos de las composiciones, y se introducen los desnudos en
las figuras.
Los
pintores más destacados de esta época fueron: en Florencia, Fra Angélico,
Masaccio, Benozzo Gozzoli, Piero della Francesca, Filippo Lippi y Paolo
Uccello; en Umbría, Perugino; en Padua, Andrea Mantegna; y, en Venecia,
Giovanni Bellini. Por encima de todos ellos destaca Sandro Botticelli, autor de
alegorías, delicadas madonnas y asuntos mitológicos. Su estilo dulce, muy
atento a la belleza y sensibilidad femeninas, y predominantemente dibujístico,
caracterizan la escuela florentina de pintura y toda esta época. Otros autores
del Quattrocento italiano son Andrea del Castagno, Antonio Pollaiuolo,
Pinturicchio, Domenico Ghirlandaio, Cima da Conegliano, Luca Signorelli, Cosimo
Tura, Vincenzo Foppa, Alessio Baldovinetti, Vittore Carpaccio y, en el sur de
la península, Antonello da Messina.
El
Cinquecento (siglo xvi) fue la etapa culminante de la pintura renacentista, y
denominada por ello a veces como «clasicismo». Los pintores asimilan las
novedades y la experimentación cuatrocentistas y las llevan a nuevas cimas
creativas. En este momento aparecen grandes maestros, cuyo trabajo servirá de
modelo a los artistas durante siglos. El primero de ellos fue Leonardo da
Vinci, uno de los grandes genios de todos los tiempos. Fue el ejemplo más
acabado de artista multidisciplinar, intelectual y obsesionado con la
perfección, que le llevó a dejar muchas obras inconclusas o en proyecto. Poco
prolífico en su faceta pictórica, aportó sin embargo muchas innovaciones que
condujeron a la historia de la pintura hacia nuevos rumbos. Quizá su principal
aportación fue el sfumato o claroscuro, delicada gradación de la luz que otorga
a sus pinturas una gran naturalidad, a la vez que ayuda a crear espacio.
Estudiaba cuidadosamente la composición de sus obras, como en la Última Cena, donde
las figuras se ajustan a un esquema geométrico. Supo unir en sus trabajos la
perfección formal a ciertas dosis de misterio, presente, por ejemplo, en la
celebérrima Gioconda, La Virgen de las Rocas o el San Juan Bautista.
Escultura
Como
en las demás manifestaciones artísticas, los ideales de vuelta a la antigüedad,
inspiración en la naturaleza, humanismo antropocéntrico e idealismo fueron los
que caracterizaron la escultura de este período. Ya el gótico había preludiado
en cierta manera algunos de estos aspectos, pero algunos hallazgos
arqueológicos (el Laocoonte, hallado en 1506, o el Torso Belvedere) que se
dieron en la época supusieron una auténtica conmoción para los escultores y
sirvieron de modelo e inspiración para las nuevas realizaciones.
Aunque
se siguieron haciendo obras religiosas, en las mismas se advierte un claro aire
profano; se reintrodujo el desnudo y el interés por la anatomía con fuerza, y
aparecieron nuevas tipologías técnicas y formales, como el relieve en staccato
(altorrelieve con muy poco resalte, casi plano) y el tondo, o composición en
forma de disco; también la iconografía se renovó con temas mitológicos,
alegóricos y heroicos. Apareció un inusitado interés por la perspectiva,
derivado de las investigaciones arquitectónicas coetáneas, y el mismo se plasmó
en relieves, retablos, sepulcros y grupos escultóricos. Durante el Renacimiento
decayó en cierta manera la tradicional talla en madera policromada en favor de
la escultura en piedra —mármol preferentemente— y se recuperó la escultura
monumental en bronce, caída en desuso durante la Edad Media. Los talleres de
Florencia fueron los más reputados de Europa en esta técnica, y surtieron a
toda Europa de estatuas de este material.
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